HospitalidadInfinita
Descubra y viva experiencias únicas de bienestar en México.
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¿Cómo es posible que un pueblo tan chico tenga tantas caras?
Sí, ya conocimos las ruinas y esa vista famosa del Mar Caribe en el fondo; y sí, ya conocimos el centro sencillo del pueblo, el cual apareció, en un inicio, en respuesta al turismo mayormente mochilero. Podemos decir que también conocimos el área de playa al lado de las ruinas, con su oferta de cabañas rústicas, y uno que otro club de playa. Sin embargo, la otra faceta de Tulum era una sorpresa total para nosotros, una muy linda…
Para no tener mejor manera de describirlo, lo vamos a llamar “el camino a Boca Paila”; es decir, la calle que te lleva desde la carretera federal hasta la Biosfera de Sian Ka’an, y en particular, la sección angosta de la calle que se encuentra después de la intersección/glorieta (no entendimos exactamente cuál de las dos cosas).
Es verdad que lo que esperábamos era paz y tranquilidad estilo ecológico, pero nunca hubiéramos imaginado el entorno idílico que encontramos allí. Era un poco difícil de encontrar, por falta de un letrero llamativo, por lo tanto tuvimos que acercarnos a la recepción para checar si era el lugar que buscábamos. Una vez seguros, teníamos muchas ganas de conocer nuestra cabañita.
El caminito de madera para llegar era sencillo (solo que sería difícil por alguien que tenga problemas de caminar), y nos llevó hasta el pie de nuestras escaleras. Allí encontramos un tipo lavabo en azulejo, hundido en el suelo, para quitarte la arena de los pies antes de subir al cuarto; ¡tenemos que admitir sin embargo, que por un momento pensamos que se trababa de un tazón de agua para perros!
Tal vez lo más increíble de las cabañas era la vista desde el balcón. Como hay árboles adelante, podrás pensar que no habrá vista del mar, pero la altura es suficiente para poder ver por encima de las hojas frondosas, y percibir el agua destellante que se encuentra a tan solo unos metros de distancia. Es un lugar perfecto para reflexionar, disfrutar de la brisa, y admirar la maravilla que es el Mar Caribe; además, al caer la noche, podrás deleitar de un cielo lleno de estrellas, desde tu propio balcón.
La playa en esta parte es literalmente tan hermosa que se ve como un paraíso; la mejor manera de describirla es la imagen que te viene a la mente al imaginar la isla caribeña perfecta, sin casi nada de gente, excepto por una pareja tomando un paseo romántico a la orilla del mar, o una mama e hija construyendo un castillo de arena para la Barbie sirenita. No obstante, el fondo del mar es algo desparejo, y es muy fácil caerte, así que ten cuidado hasta en la parte menos onda si no sabes nadar, o si tienes niños.
El desayuno en nuestro escondite rustico era exactamente lo que se nos antojaba. Un plato enorme de frutas, un buen café, jugo y pan tostado; todo acompañado con la brisa templada de la mañana sobre la cara, y las sonrisas alegres de las “Pinkies”, conocidas así por el color rosa de los delantales que usan mientras preparan y sirven la comida.
Como estas cabañas no tienen opción para cenar nos dio el pretexto perfecto para ir en busca de algo delicioso afuera. Por alguna razón, parece que Tulum está inundado de restaurantes italianos, lo cual nos dimos cuenta solamente por el hecho de que buscábamos algo diferente a eso.
En fin, decidimos irnos al centro del pueblito para buscar variedad, y encontramos el extraño restaurante “La Nave”, el cual daba la impresión de ser cualquier tipo de restaurante menos italiano, con su decoración estilo náutico; ¡pero extrañamente resultó ser otro lugar italiano! Por el hambre que traíamos, decidimos quedarnos, y afortunadamente el menú tenía un buen de opciones. Se nos hizo súper bizarro el concepto del restaurante: decoración marina/náutica, música de lounge, menú italiano, y meseros que parecían guardaespaldas (en este caso, sonrientes); y comida muy sabrosa, y nada cara.
Al caer la noche en Tulum, el lugar se ve mágico, especialmente sobre el camino hacia nuestras cabañitas. Ponen un buen de lucecitas blancas y antorchas para adornar los restaurantes ecológicos, y hay un ambiente muy relajado, al borde de ser bohemio; y la cereza en el pastel es el firmamento repleto de estrellas, como techo…
Nuestra sugerencia: si quieres tomar masaje en la playa, vale la pena preguntar por un precio mejor para dos personas, o incluso algún tipo de tratamiento adicional por el mismo costo.
Para más información acerca de Tulum, no dudes en consultar a tu concierge.