HospitalidadInfinita
Descubra y viva experiencias únicas de bienestar en México.
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Nombre de un pueblito y también de su laguna colindante, Bacalar se encuentra al sur del estado de Quintana Roo, lejos de las playas sublimes del caribe, sino merecedor de una visita, sobre todo si estás en busca de algo diferente…
A unos 40 km antes de llegar a Chetumal y la frontera con Belice, Bacalar es uno de los dos “pueblos mágicos” del estado (aunque todavía no logramos entender como se puede describir Isla Mujeres como un pueblo). Nos había llamado la atención este lugar después de escuchar que se le refería a la Laguna de Bacalar como la “laguna de los siete colores”, algo que, por supuesto, lo teníamos que ver. De hecho, al llegar a la orilla, lo que nos dimos cuenta era que realmente no se trataba de 7 colores diferentes (como lo habíamos visualizado ingenuamente), sino que era la laguna de las siete sombras…de azul.
De todas formas era hermosa, y su belleza competía fácilmente con la del mar caribe, incluso la experiencia de bañarse en esta laguna de agua dulce es agradablemente diferente a bañarse en el mar (aunque por alguna razón seguíamos imaginando que el agua iba a saber salada). El hecho de que sea de agua dulce es algo que seguramente se vuelve útil para los nadadores durante la competencia de aguas abiertas de Bacalar (normalmente entre los meses de abril y junio), ya que en teoría, podrían ir tomando el agua mientras nadan, ¡sin tener necesidad de hidratarse!
En el pueblito de Bacalar se encuentra también el encantador Fuerte de San Felipe de Bacalar, el cual sigue mayormente intacto; ahora contiene un museo lleno de historia sobre los numerosos ataques en el área que provenían de piratas ingleses, franceses y holandeses, entre otras nacionalidades.
Aunque no sea muy conocido, otro aspecto que nos llamó la atención era que en la Laguna de Bacalar se encuentran unos de los estromatolitos (microbialites) más gigantes del mundo. Honestamente podemos decir que no teníamos la menor idea de qué era un estromatolito hasta consultar una enciclopedia, pero básicamente son fósiles vivos, o estructuras que parecen rocas, y que aparentemente nos ofrecen una mirada de cómo se veía el mundo en su mero comienzo. Recomendamos tomar un paseo en lancha para conocerlos, sobre todo porque éste es uno de los pocos lugares del mundo donde podrás ver formaciones tan enormes como éstas.
Después del paseo, optamos por refrescarnos en el agua azul cerca de la orilla de la laguna y luego visitar uno de los varios restaurantes sencillos (y buenísimos) de mariscos, frente al agua. Allí, tuvimos la oportunidad de admirar el cuerpo enorme de agua e intentar identificar los siete tonos de azul, mientras tomábamos limonada natural, recién hecha, y comíamos una entrada complementaria de totopos y frijoles refritos calientitos.
Al atardecer, para terminar el día, visitamos la placita bonita del pueblito para ver el pequeño centro lleno de vida, lo cual se ve aún más durante el fin de semana. Generalmente, en las plazas de la región nunca faltan los puestecitos que venden antojitos, los cuales son populares sobre todo con las familias locales que salen a pasear un ratito, con los niños agarrados de la carriola, molestando a sus papas hasta que les compren una golosina.
Y no te preocupes; aunque esté algo retirado de la orilla del mar caribe, hay tanto que ver que no te arrepentirás haber tomado el tiempo para visitar…
Nuestra sugerencia esencial: ¡no te olvides llevar tú repelente biodegradable!